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domingo, 12 de febrero de 2012

Cp. 22: El accidente de la calle Sneider

Aquella tarde fue, sin duda alguna, inmemorable. Ver como un hijo y su madre se demuestran todo el aprecio y cariño que se tienen, no se ve todos los días. Después del largo abrazo, entramos al piso de Scarlett. Yo caminaba junto a James, y lo observaba. Él miraba hacia todas partes de aquel piso estruendo y sucio. No decía palabra de lo que observaba, pero imaginaba que no estaba orgulloso de aquello, que su madre merecía algo más que eso. Cuando miraba a James pude entrever a Scarlett llorando emocionada, pero no sé si de tristeza o de felicidad. Seguimos caminando y entramos a lo que, en teoría, era el salón. Nos sentamos en las butacas (las mismas en las que me senté cuando me secuestraron) y empezamos a hablar:

-Este piso esta que se viene abajo. Ven a vivir conmigo y con papá -dijo James dirigiéndose a Scarlett-.
-¿Como pretendes que vaya a vivir con tu padre? Fue él el culpable de que en estos momentos viva en esta situación y en esta condición.
-Pues es pésima. Creo que ya tengo edad para vivir fuera de casa. Compraré un piso para vivir los dos juntos, serás genial.
-Pero hijo, si solo tienes 17, no cometas el mismo error que...
-Si, 17 de frente, ¿Pero realmente te has parado a pensar de como soy por dentro? Estoy capacitado, sé que nada me pasará y sé como apañármelas, aunque haya veces en las que necesite una manita de alguien. Recuerdo cuando tenía solo 13 años. Todos mis amigos iban a desfiles y lugares para reunirse juntos y pasárselo bien, pero a papá no le hacia mucha gracia que fuera. Yo le dije que estoy preparado, que no quiero ser el único que no pueda ir, que sé como manejar la situación, que los errores sirven para aprender. Papá se lo pensó mucho, pero al final me dejó ir. Me lo pasé genial con todos mis amigos y no hubo incidencia alguna. Con eso quiero decirte que confíes en mi, y que sepas que yo soy, no maduro, sino capacitado.
-Bueno... Confiaré en ti. Pero prométeme que no se enterará de nada. Yo me las apañaré para vender esta bazofia. Estoy orgullosa de ti.

Dicho todo eso, estuvieron hablando sobre cosas de la vida de los 2, anécdotas, vivencias, experiencias... Y todo lo que se aprecia. La velada acabó sobre las 12 de la noche. Bajamos las escaleras hacía el coche, subimos y nos dirigimos a mi casa. Cuando llegamos, no vimos el coche de mi madre y las luces estaban apagadas. ¿ Sabéis esa sensación de miedo o preocupación, esos tirones o escalofríos que coge el cuerpo cuando esta con pensamientos negativos? Así me sentía yo, negativa. Bajé del coche corriendo, saqué las llaves del bolso y abrí la puerta. Entré disparada a casa y no había nadie, estaba completamente oscuro y deshabitado. Encendí el interruptor de la luz y delante de mí encontré una nota de mi madre:

"Hola Cath,


No te preocupes, he ido a dar una vuelta con el coche, estaba algo inquieta, no podía dormir. Volveré en seguida. Tienes la cena guardada en la nevera. Te quiero."

En ese momento los pensamientos negativos se redujeron. James entró corriendo preocupado y le expliqué lo que pasó. Me dio un beso y se despidió.

Ya era la 1 de la noche y mi madre no aparecía. Empecé a preocuparme algo, hasta que sonó el teléfono. Lo cogí y con voz temblorosa dije:

-¿Sí?
-¿Catherine?
-Sí soy yo. ¿Quien es usted, que pasa?
-Llamo desde la calle Sneider, hay un coche empotrado contra un árbol. He cogido el móvil de la accidentada, esta aquí conmigo, tranquila esta bien y a salvo.
-¿Que accidentada?
-Dice ser su madre.

 En ese momento, no pude evitar llorar de tristeza. Los pensamientos volvieron, las sensaciones, los presentimientos... Todo regresó a mi. Dejé caer el teléfono de mis manos para poder tirarme al suelo a deprimirme de todo, de que me pasaba a mi lo negativo. Y es que, una vez me dijeron que si no sufres, no tienes motivos para ser feliz. Y espero que la felicidad aparezca temprano.

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