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viernes, 23 de diciembre de 2011

Cp. 17: El chico misterioso

Aparté la cara de inmediato. Me ofendió que me besara, así sin más. ¿Pero que creía, que le quería? Bueno sí que le quería, pero como amigo. En ese momento estaba furiosa y le pegué una bofetada en la cara. Me levanté y empecé a correr hacia la carretera más próxima y en cuanto llegué me puse a hacer auto-stop, esperando a que algún coche se parara frente a mí. Me conformaba con cualquier cosa; daba igual si era un motorista rockero, un hippie con una caravana, un empleado con furgoneta... Daba igual. Lo único que quería era huir de aquel horrible momento. James venía tras de mí, corriendo y gritando. No me inmuté ni hice ningún signo de importancia, más bien lo ignoré. Noté que me rodeaba con sus brazos y me decía al oído:

-Siento haberte ofendido, te prometo que no era mi intención.
-No pasa nada si ya me iba.
-Baja el pulgar y deja de hacer tonterias. Venga Cath, si los dos sabemos que nuestra relación es algo más que una simple amistad, lo que pasa es que tienes miedo.

¿Miedo, yo? Supongo que era cierto que tenía miedo. Después de lo que me pasó con Nite no quería que un chico cualquiera me volviera a romper el corazón. Era imposible fingir que no le quería como algo más que amigos, era imposible decirle "No te quiero", era imposible mirarle sin que sintiera cosquilleo; todo esto es lo que hacía a James diferente de los demás, porque él era el único que provocaba en mí sensaciones que no tenía con otra persona.

-¿No me vas a decir nada? -me preguntó-.
-No se que decir.
-Dí que me quieres.
-Te, te... ¿quiero?
-Eso es. Te quiero.
-Ya sé lo que quieres que diga, no hace falta que me lo repitas. Pero, ¿Para que necesitan las personas que les digan te quiero, que piensan, que con decirlo es que te quiere realmente? El amor hacia alguien no es decir un simple "Te amo" o un simple "Te quiero". El amor se demuestra día a día, es algo que debes expresar y que debes hacer para que la otra persona sepa que le quieres. Que una persona venga cada día y te abrace, te acaricie, te bese... Eso es amor. El amor no es un simple "Te quiero" diariamente, no, es algo que se demuestra. Entonces, dime tú, ¿Para que necesitas que te lo diga, es que va a cambiar algo entre nosotros?
-Pues no sé que decirte... Supongo que las personas no dicen te quiero a cualquiera...
-Yo puedo fingir que te quiero diciéndotelo -le interrumpí-.
-Tienes razón. Pero tú lo demuestras.
-Perdona, pero yo no te lo demuestro para nada...
-Eso es totalmente mentira. Cuando hablo contigo tus ojos cambian de dirección cada dos por tres, como intentando evitarme; luego siempre me hablas sincera, nuestras conversaciones siempre han sido intimas. Estas cosas también se demuestran cuando se quiere a una persona, ¿Sabes?

James dio en el clavo. Era tan profundo, tan claro, era tan él que pudo percibir lo que sentía. Yo siendo sincera, nunca me dí cuenta de que hiciera tales cosas, pero si era tan ágil como para saber lo que transmitían mis ojos, es que era demasiado listo y comprensivo.

-Ahora, después de todo esto, dime de corazón...
-Nunca digas dime. Haz lo que tengas que hacer -le rectifiqué-.
-Bien, pues se me ocurre una cosa que puedo hacer...

Se giró de manera que él quedaba dándome la espalda. Situó sus brazos detrás de su espalda y agitó las manos invitándome a subir. Pegué un salto y me agarré a él. Empezó a correr por todo el prado. Al principio no supe bien que es lo que quería hacer o donde quería ir. Paramos hasta el mantel de Pic-nick y me puso sobre el. James también se puso sobre el mantel y empezó a hablarme:

-Sabes, mi abuela siempre me contaba historias sobre las estrellas. Te puedo contar mil, pero prefiero contarte mi favorita: Un día una chica tenía una cita con un compañero de su clase. Su amiga le recomendó la noche anterior mirar las estrellas antes de ir a su cita esperada. La amiga ignoró su consejo y, el día de la cita, el chico se disgustó mucho con la chica, ya que notaba que no era la misma de siempre, que era diferente; y así le pasó con todas sus citas, hasta que un día recordó lo que le dijo su amiga sobre las estrellas: "Si antes de asistir a una cita miras las estrellas, no besarás a esa persona igual que si hubieras mirado a la pared". Entonces, siguió el consejo y todo le fue bien.
-¿Que quieres decirme con esto?
-Nada. Que ahora voy a mirar las estrellas mejor que nunca.
-Eres tonto -le dije-.
-Pero me quieres.
-¿Como lo sabes?
-Porque me vas a besar.

En efecto: le besé. Lo que aprendí esa noche fue, que el amor no es algo que se diga, es algo que se expresa día a día.

Llegó la mañana, y me despertó un rayo de sol que me enfocaba directamente a la cara. Abrí los ojos poco a poco, y vi el prado lleno de rosas. A mi lado estaba James, que por lo visto se quedó dormido abrazándome. Me lo quite poco a poco y me levanté. La brisa y el calor del sol era muy agradable. Me estiré con los brazos hacia arriba, y entonces noté como alguien me agarraba por detrás. Baje los brazos para cogerle las manos. Me gire y las cosas no eran como me imaginé.




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