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viernes, 4 de noviembre de 2011

Cp. 12: Madeline

Mi primera impresión acerca de mi compañera de habitación en el hospital, era pésima. Pensé que le podía suceder; claramente no se lo iba a preguntar, ya que no pareció gustarle demasiado eso de preguntarle su nombre. Me animé otra vez a hablarle pero esta vez con una estrategia:

-Oye, mira, no me parece correcto como me has hablado.
-¿A si?
-¿A si? -repetí-.
-¡Pues si! ¡Ja!
-¡Pues si! ¡Ja!
-¿Pero que te crees que haces, repitiendo lo que yo digo?
-¿Pero que te crees que haces, repitiendo lo que yo digo?
-Mira, para ya o llamo a la enfermera... Demasiados problemas tengo ya como para aguantarte a ti también.
-¿Que problemas tienes? Yo he intentado hablar contigo pero...
-No te interesa
-No te interesa
-¡Vale, vale! Ya se como funciona. No me vuelvas a repetir más; se que tienes curiosidad, y se que quieres saber quien soy. Pues verás: Soy Madeline. Me diagnosticaron un cáncer a los cinco años, y ahora tengo diecisiete; llevo trece años con la enfermedad, que poco a poco va evolucionando en mi cuerpo, y dicen los médicos que tiene solución, pero es muy costosa. Y ahí está el problema: soy de familia pobre, teníamos un  piso para once personas, y el único que trabajaba era mi hermano mayor, que nos aguantaba. Entonces, ellos me abandonaron cuando me diagnosticaron la enfermedad. Y aquí llevo trece años de mi vida, tumbada en una cama, atada al suero, y de doctor en doctor.
-Oh... Vaya, ahora entiendo tu sufrimiento. Yo, lo siento mucho, de verdad.
-No pasa nada... Lo único que me fastidia es ver a una familia feliz, que te apoya, o a niñas consentidas que no saben lo que tienen, y que no lo aprecian.
-Te comprendo... Oye, perdón por lo de antes... No sabia lo que te pasaba, y tenia curiosidad. Intentaré ayudarte todo lo que pueda, en serio, puedes contar conmigo para lo que sea.
-De acuerdo. Muchas gracias Catherine

Al final, estuve hablando con ella. Tenia que añadir que era bastante simpática y agradable. Era una niña pequeña y delicada encerrada en un cuerpo casi de una mujer adulta.
La puerta sonó y se abrió. El rostro de una persona cercana a mi, hizo que Madeline estallara de sonrisas y alegrías  No podía creer que tenían una relación en común. Ella se levantó de la cama, arrastrando detrás suyo un perchero de suero. Le abrazó con todas sus fuerzas, y parecía que fuera un alivio para ella.

-Madeline, ¿Que haces tu aquí?
-¡Emma, hermana, hermanita mia! ¡Que alegría!
-Madre mía. Mama y papa me dijeron que estabas... En el cielo.
-No me hables de esa gentuza.
-Tu tampoco hables así de ellos, chica.
-Vale, vale...

Empezarón a hablar. A mi al contrario, no me hicieron ni caso ninguna de las dos. Que bien en serio. Parece que Madeline le susurró algo en el oido, que hizo que Emma sonriera; justo en ese instante, ella se giró a mirarme. Me abrazó, y empezamos a hablar.

La moraleja que saqué de aquello, fue nada más y nada menos que las apariencias engañan, y que, el mundo es un nudo de casualidades, si señor.

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